Los últimos puesteros: Futuro incierto
Qué será de nuestra tierra me pregunto hacia el futuro, cuando no haya más laburo se marcharán de este suelo, montando otra vez en pelo esa tropilla de oscuros.
Qué será de nuestra tierra me pregunto hacia el futuro, cuando no haya más laburo se marcharán de este suelo, montando otra vez en pelo esa tropilla de oscuros.
Hoy muchos de los puestos Se marcharon como el resto, Paisanos humildes, honestos, Capaces de trabajar, Tuvieron que abandonar Sin esperanzas el puesto.
Ya no cantan las perdices solo lloran las palomas, ya ni los zorros se asoman parece que aquella ausencia, le ha quitado a mi querencia muchas vueltas a la maroma.
Ya no anda nadie en los puestos sobre las huellas pesadas, se borró la rastrillada y se pobló en las orillas, de alpatacos y jarillas quedan las huellas cerradas.
Lo vieron ladrar la luna que brilla en la soledad, él sueña que volverá por una huella sin tiempo, su amigo que llevó el viento, el que nunca volverá.
Ya no están esos recursos que tenían los puesteros, ya no compran sus aperos no tiene precio la pluma, ya no hay nadie que consuma lo que producen los cueros.
He recorrido los puestos de aquella gente sencilla, ya no están esas familias pero su historia ha quedado, que tal vez en el poblado la recuerdan sus semillas.
Nunca me creo el mejor soy humilde como el viento, suelo decir lo que siento entre alegrías y penas, apenas soy arena que vuela por el desierto.
Tengo un tobiano ensillado le voy a poner el freno, antes que caiga el sereno y se venga el aguacero, recordando aquel puestero que ha sido Antonio Centeno.
Que el parche de los recuerdos calibre con la memoria, y alineé su trayectoria inyectando el balanceo, para que suba Irineo viajando en su propia historia.