Se deja atrás un año sumamente complejo y desafiante para el sector ganadero, dio a conocer ROSGAN, en particular para el criador. El mercado de reproductores terminó ajustando vía precios, con valores pagados muy inferiores a lo visto en 2022.
En la ganadería el criador fue uno de los eslabones más golpeados por la seca y probablemente el que mayor descapitalización haya sufrido producto del desprendimiento forzado de hacienda que debió hacer en momentos donde los precios lógicamente se encontraban más deprimidos.
En este contexto, el mercado de reproductores también sufrió uno de sus peores años. Durante los diez primeros meses, el productor de toros enfrentó un escenario sumamente adverso, en medio de un proceso inflacionario acelerándose a ritmo creciente, con costos de los principales insumos ajustando en muchos casos por encima de la inflación. Al mismo tiempo, afectado por el flagelo de la seca que atravesó todo el sector, viéndose obligado a trabajar con una demanda totalmente exhausta que inevitablemente apeló a restringir por completo su nivel de inversión, posponiendo o incluso rescindiendo el reemplazo de toros para priorizar la recomposición de su rodeo núcleo.
Así las cosas, gran parte de los servicios de otoño no llegaron a completarse de acuerdo con lo programado, mientras que los de primavera se vieron demorados por la llegada de las lluvias. Esto terminó configurando – por momentos – un mercado sumamente pesado, con escasa capacidad de compra por parte de los productores debido a la fuerte descapitalización sufrida durante los meses precedentes.
En este contexto, el mercado de reproductores terminó ajustando vía precios. De acuerdo a las estadísticas que surgen de las ventas realizadas en los principales remates y exposiciones del país, los valores pagados por los reproductores machos este año resultaron significativamente inferiores a los de 2022. Medido en kilos equivalentes de novillo, el valor promedio de los reproductores comercializados durante la presente campaña se situó en torno a 1.760 kilos, que, comparado con los 2.500 kilos promedio resultantes de la zafra anterior, marca un retroceso promedio del 30% anual.
Otro punto interesante para destacar es que, a pesar de las particularidades que impuso este año el contexto climático, la dinámica general que se observa en las estadísticas provista por el SENASA con relación al traslado de toros con destino cría o reproducción no se ha visto mayormente alterada respecto del comportamiento promedio de años anteriores. Se destaca que el período de mayor movimiento de reproductores en los meses de agosto a octubre es donde se concentra usualmente cerca del 60% de la zafra.