“El stock ganadero al 31-dic de 2020 se ubicó en 53,5 millones, exhibiendo una caída de unos 943.000 animales respecto del año previo. La fuerte caída de terneros y terneras limita directamente la oferta de ganado para engorde en el corto plazo”, explica una publicación del mercado Rosgan.
“La semana pasada, aun sin conocer los números oficiales de stock ganadero al 31 de diciembre de 2020, advertíamos -por determinadas variables analizadas que la caída neta de las existencias podría llegar a duplicar la pérdida registrada el año anterior, lo que nos llevaba a estimar una caída anual cercana al millón de animales”, dieron a conocer.
Aun con una caída del stock ganadero que se profundiza respecto de los 500.000 animales perdidos en 2019, al analizar la composición de la misma, tanto las causas como las consecuencias o efectos de esta última variación difieren sustancialmente de los observados en el ciclo previo.
En primer lugar, como indicador positivo, en vientres -vacas y vaquillonas- el ajuste se modera significativamente respecto de la última caída. A diferencia de 2019, donde se registró una baja de 560.000 vacas y cerca 230.000 vaquillonas, en 2020 la extracción de hembras fue sin dudas más moderada permitiendo limitar la caída anual a 160.000 vientres totales (83.000 vacas y 78.000 vaquillonas).
El segundo indicador destacado de los últimos datos de existencias es la fuerte caída de terneros y terneras respecto del ciclo previo, unos 657.000 menos que los registrados al 31 de diciembre de 2019. En efecto, es la primera caída en producción de terneros desde 2014. En este sentido, si bien las caídas en número de vientres en servicio sin dudas anticipan una probable caída en producción/destete, lo que más fuertemente termina condicionando la zafra de terneros son las condiciones climáticas bajo las cuales se desarrollan tanto la época de servicios como de pariciones.
Este faltante de hacienda es el que hoy se está sintiendo en los feedlots, agravado incluso por el aplanamiento de la curva de ingreso a los corrales producto de una prolongación de las recrías.
En concreto, este faltante de terneros impacta directamente en la disponibilidad de novillitos y vaquillonas en la faena de los próximos meses, algo que sin dudas limitará no solo la oferta de carne para el canal de consumo sino también las posibilidades de baja de los precios al mostrador hacia fin de año.