La cadena de la oleaginosa pidió un cambio de políticas que permita recuperar el área del cultivo e incorporar tecnología para lograr una intensificación sostenible y un salto en las exportaciones.
Luego de una campaña atravesada por diversos factores, en la que la sequía hizo estragos, provocando pérdidas de más del 50% de la producción de soja estimada, la cadena de la oleaginosa realizó este jueves su seminario anual. En la apertura, el presidente de Acsoja, ingeniero agrónomo Rodolfo Rossi, destacó que el complejo agroindustrial argentino representó el 65% de las exportaciones del país, siendo la soja el principal complejo comercializado, con el 28,1 % de ese total y negocios por 24.868 millones de dólares.
“La soja cumple 22 años como principal complejo exportador del país, manteniendo en los últimos 26 años el primer lugar en las exportaciones mundiales de harina y aceite de soja, siendo el tercero en exportaciones de grano y manteniendo una posición relevante en el mercado del biodiésel”, detalló Rossi.
Más del 85% de la producción de soja que se produce en Argentina se exporta, y en el país existen plantas que podrían industrializar 70,4 millones de toneladas por año. No obstante, el uso de la capacidad instalada viene cayendo y llegó al 61% en 2022. “Hoy estamos con la mayor cifra histórica en ociosidad”, indicó Rossi. Al tiempo que lamentó que “por políticas económicas erradas de los sucesivos gobiernos”, se discrimine al cultivo y se limite su potencial de crecimiento pese a su enrome aporte.
El titular de Acsoja señaló que el complejo de la oleaginosa brinda empleo a más de 350.000 personas, está presente en 15 de las 22 provincias, cuenta con más de 60.000 productores, reúne a 4.000 plantas de acopio y cooperativas, y tiene “un clúster que promueve la actividad en el transporte, la metalmecánica y actividades afines”, enumeró el ingeniero.
El directivo afirmó que “desde 2016, los altos impuestos a la exportación, en definitiva, impuestos al precio, y principalmente en relación con otros cultivos, han generado una dramática reducción del área de siembra, menor uso de tecnología y reemplazo de superficie por otros cultivos”, cuando sería posible crecer de manera sustentable.
Rossi hizo un llamado de atención acerca del escaso uso de fertilizantes en el cultivo de soja. Por eso, consideró indispensable “retomar el camino de la fertilización para la correcta reposición de nutrientes y para el rendimiento”.
Además, sostuvo que al no haberse resuelto “un sistema razonable de captura de valor del germoplasma y la biotecnología en la semilla”, se redujeron las inversiones y el número de los programas de mejoramiento de soja. Sin embargo, valoró, “en 2022 se alcanzó el récord de registro de nuevos cultivares, motivado por una nueva tecnología de tolerancia a herbicidas”. Y advirtió que en Argentina “ya nos vamos quedando atrás de los países competidores” en materia tecnológica. “Se mantiene la ganancia genética, aunque menor que en otros países”, dijo.