En la reciente reunión virtual sobre trigo, organizada por INTA desde el Centro Regional La Pampa- San Luis, abordó la situación con roya estriada o amarilla. El ingeniero Pablo Campos, del área de fitopatología en Bordenabe, se refirió al manejo sanitario de esta campaña.
El profesional recordó que el año 2017 fue complicado con esta enfermedad, y los controles en ese momento llegaron tarde porque la roya amarilla no había sido hasta ese momento un problema de importancia en la zona.
Es una enfermedad considerada sistémica, agregó, porque la infección con una sola espora afecta mucho tejido en la planta.
En el monitoreo de la región triguera, por Santa Fe, Buenos Aires y La Pampa, el registro desde el 2014 mostraba al comienzo poca incidencia y con más afectación en campos experimentales. Desde entonces fue progresando, y para el 2017 los niveles fueron sobre el 40% con la necesidad de tres aplicaciones para controlar. «Pasamos de un manejo sanitario tranquilo, a un ser un problema importante no sólo en nuestra zona porque se volvió la principal enfermedad para el cultivo en todo el país», recordó.
Con la sequía del 2018 la enfermedad arrancó más tarde, y algo que se observó es que ingresaron dos razas de roya al país que eran de África y Europa, y tenían una reacción más fuerte y mayor resistencia. Al año siguiente, la falta de humedad redujo la incidencia, incluso en La Pampa. Para el 2020 comenzó a aparecer temprano la roya amarilla, pero luego el clima influyó con la seca y se limitó el avance.
Luego de ese desarrollo histórico, el ingeniero señaló las razas existentes de roya y su afectación en los diferentes materiales de trigo.
Campos concluyó explicando que para un manejo sanitario adecuado, en la nueva campaña de fina, se debe considerar la plasticidad de las razas de roya que no se restringen a una temperatura óptima para infectar, logrando perjudicar a la planta con altas y bajas marcas ambientales.
Además, se genera un «solapamiento» entre la roya amarilla y otras como la de la hoja o anaranjada cuando hay temperaturas óptimas. Por estás razones, indicó, la salida del invierno y las primaveras templadas son propicias para la infección de roya amarilla. Para terminar, explicó que «las precipitaciones acompañando las temperaturas óptimas deben ser complementadas con la presencia del inóculo inicial».