Gustavo Alfonso es alambrador hace 13 años, ahora vive en General Pico pero como empleado rural por más de 20 años conoce la realidad del sector y de un trabajo sacrificado. Con sus compañeros alternan labores en el campo y en la ciudad.

“Elegimos alambre” dijo a Rural al Día y destacó que “hay trabajo y no es necesario irse más lejos” de General Pico y las localidades de los alrededores. Además de alambrar se ocupan de mantenimiento de molinos y otras labores que requieren los establecimientos.
“Ahora se ve más trabajo, porque hay más hacienda en la zona”, afirmó. Esto es diferente a lo vivido años atrás cuando los contrataban para desarmar las estructuras porque los campos no necesitaban los límites al dedicarse solo a la agricultura. La falta de alambradores tuvo en parte ese problema, pero al igual que otras tareas rurales Alfonso indicó que el “trabajo bruto, a la intemperie, sin reparo” no es algo que todos quieran. Eso ocurre con los alambradores y también con otras tareas relacionadas al sector agropecuario.
Los valores del metro de alambrado se van manteniendo y ese es un punto importante. El factor de cambio es el precio del metro de alambre, o sea los materiales. En el norte pampeano se habla hoy de 50 pesos más IVA, pero hacia el oeste los valores bajan. “Yo creo en realidad que debería ser una tarifa igual en todos lados, incluso al pasar a provincia de Buenos Aires se ven otros precios”, afirmó.
Las inundaciones fueron un problema y todavía se ven las consecuencias. Ubicados en un campo entre Speluzzi y Vértiz, cumpliendo con sus labores, Alfonso afirmó: “Acá ya a poco más de un metro de profundidad se ve agua, por eso se buscan opciones como usar cemento para endurecer afirmar los postes. Pero con la inundación muchos alambrados se arruinaron porque se cayeron tranqueras, se estropearon los esquineros, y ahora hay que repararlos”.
Para hacer un buen alambrado, Alfonso aseguró que cada uno tiene “sus secretos” si bien la dureza de la tierra y calidad de los materiales influyen. En la zona se trabaja con caldén, para un tendido un poco más económico, y con quebracho que es una madera de monte con mayor dureza que supera tranquilamente los 50 y hasta 100 años sin sufrir daños.