En este contexto de mayor incertidumbre climática, investigadores del INTA Paraná, de la Universidad Nacional de Entre Ríos, del Conicet y de la Universidad de Kansas -Estados Unidos- analizan la expectativa de rinde del cereal en función de la disponibilidad de nitrógeno en el suelo.
El incremento del área de siembra del maíz es clave para contribuir con la sustentabilidad de los agroecosistemas, respondiendo además a satisfacer la creciente demanda local impulsada por las cadenas de producción animal, principalmente la avícola.
Sin embargo, la fertilidad de los suelos condiciona los rendimientos alcanzables y, bajo escenarios climáticos inciertos, como los pronosticados para el ciclo agrícola 2022/2023, se requieren herramientas específicas para el soporte de decisiones en la fertilización.
“Dentro de los diversos factores que condicionan el rendimiento del maíz, la variabilidad en el régimen de lluvias es una de las principales causas que limita en forma directa la producción, condicionando la toma de decisiones de prácticas de manejo sobre el cultivo, como la fecha de siembra, la densidad de siembra y la dosis de fertilización”, señaló Ricardo Melchiori, coordinador del área de Investigación del INTA Paraná -Entre Ríos-.
“La producción provincial podría casi duplicarse si los rendimientos alcanzables o potenciales (sólo limitados por agua) y reales fueran similares”, indicó.
“Estimaciones más factibles, donde se proponga reducir la brecha de producción un 20 %, implicaría incrementar el rendimiento promedio provincial de 6 a 7 toneladas por hectárea”, dijo Melchiori.
Con estos números, y sobre la base de la superficie provincial sembrada con maíz en el último ciclo agrícola, se aportaría cerca de medio millón más de toneladas, “lo que contribuiría a satisfacer la creciente demanda provincial”, destacó el Coordinador del INTA.
Así como el clima presenta amplia variabilidad interanual, también puede demostrarse que la variación en las relaciones de precios (grano/fertilizantes) es de gran magnitud y resulta relevante al momento de decidir la dosis óptima económica de fertilización para los cultivos.
La estimación de la dosis de fertilización en maíz requiere de criterios de diagnóstico y modelos de recomendación. En el caso del manejo de la fertilización nitrogenada, la demanda de este nutriente por los cultivos depende del nivel de rendimiento esperado, mientras que la dosis óptima económica depende de la respuesta a la fertilización y de la relación de precios.
“Así planteado –expresó Melchiori– es un problema con tres aspectos inciertos, aunque posibles de resolver a partir de estudios que los contemplen en forma conjunta y, en este sentido, la incertidumbre reside en las siguientes preguntas: ¿cuál es el rendimiento esperable?, ¿cuál es el precio del maíz a cosecha? y ¿cuál es el precio del fertilizante?”.
Desde el INTA Paraná, se realizan estudios de fertilización desde hace más de 25 años que resultan útiles para generar modelos de recomendación para nitrógeno en maíz. Y con el objetivo de dar respuestas a estos interrogantes desarrollaron esta investigación junto a la UNER, la Universidad de Kansas y el CONICET.
“Lo interesante de este trabajo es que evaluamos los tres factores que afectan la decisión de fertilización del maíz, el diagnóstico con una medición de disponibilidad de nitrógeno en el suelo, asociado al tipo de año climático y las variaciones de precio en el grano de maíz y en el fertilizante, tema fuertemente discutido en esta campaña”, explicó Maltese.
“En términos generales, los métodos de recomendación se basan en curvas de respuesta promedio. La novedad del trabajo es que le sumamos a este tipo de análisis, la variabilidad climática predicha con modelos de recomendación para años niño y niña, y la posibilidad de evaluar los cambios en las relaciones de precio de granos y fertilizantes que modifican el retorno del gasto en fertilización y determinan la dosis óptima económica”, consideró.
Fuente: INTA