Ya no cantan las perdices solo lloran las palomas, ya ni los zorros se asoman parece que aquella ausencia, le ha quitado a mi querencia muchas vueltas a la maroma.
Casi no quedan las yerras las mangas las han reemplazado, ya no arreglan los recados ya no hacen fiestas camperas, parece una vizcachera de palos abandonados.
Con candados las tranqueras y los molinos maneados, cuántos sueños se han borrado de aquellos viejos puesteros, que se llevaron al cielo tanto tiempo trabajando.
Versos extraídos con permiso del autor, Ariel Alpataco Vazquez, del libro Los últimos puesteros.