Largo unas coplas al viento, para que lleguen buen lejos, y me afirme en los consejos, el de estribar bien cortito, para pasar un ratito por lo del Tony Vallejos.
Nunca faltaba a la escuela madrugaba de pequeño, pues le sobraba el empeño de a caballo, en bicicleta, tuvo asistencia perfecta en el pedal de sus sueños.
En el campo del Eduardo él aprendió a jinetear, también aprendió a amansar y los trabajos rurales, el de andar con animales vacunando en el corral.
Versos extraídos con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vazquez, del libro Los últimos puesteros.