A Don Quintino Yantén del pago de Chos Malal, tanto tuvo que penar en esas tierras saladas, fue a caballo a La Humada con su mujer a la par.
Allí anduvo haciendo changas cuando se hacía la escuela, después se ató las espuelas en sus viejas alpargatas, se fue al puestito de Andreatta llamado la Santa Elena.
Allí llevó sus pichones a los que tanto ha cuidado, a caballo y enancados trote y trote hacia el colegio, felices privilegio de ser pobres y educados.
Versos extraídos con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vazquez, del libro “Los últimos puesteros”.