Sebastián Wirsch, médico veterinario y asesor para producción en tambos, se refirió a la influencia de la tecnología y destacó: “Hoy podemos tener las vacas monitoreadas las 24 horas, todos los días de la semana”.
Muchas de las innovaciones que se usan en el tambo son importadas, como los collares y podómetros, pero están disponibles como la tecnología holandesa que mide la actividad de las vacas y la salud del animal. Así se puede saber cuando está en celo, si tiene un problema de rumia, cuánto tiempo está comiendo y ver el alerta cuando hay inactividad que es un síntoma de enfermedad cuando sucede por períodos prolongados.
Con estos dispositivos se puede atender al animal que lo necesita, explicó, y se debe apuntar a que la vaca rumie “por lo menos siete u ocho horas al día” dependiendo de su dieta.
Antes la observación del comportamiento era la única forma de observar a los animales. Con el collar se puede saber qué hace la vaca y detectar antes lo que en el pasado se veía en un recorrido por el tambo, la anticipación “de 24 a 48 horas” es importante para darle un tratamiento y recuperar el bienestar.
Todo esto es importante, manifestó, porque en una base de datos actual con 130 mil vacas se ve que la “media de mortandad es cercana al 10%” y esto implica pérdidas por llegar tarde a los tratamientos.
En el tambo las enfermedades, que dependen del sistema productivo, se ven en los manejos pastoriles de Argentina sobre todo en cuanto al periodo de transición con 20 días antes y un período similar después del parto, que es un momento crucial. En esa etapa hay que cuidar la alimentación por la metritis (infecciones uterinas), cetosis, hipocalcemia y otras complicaciones.
Fuente: Antonio Ocerin