Los últimos puesteros: “Ramón Ávalo”
Voy a ensillar bien temprano así no me agarra el sol, galopando el redomón por la huella de una hebra, para mojar unas yerbas en el puesto de Ramón.
Voy a ensillar bien temprano así no me agarra el sol, galopando el redomón por la huella de una hebra, para mojar unas yerbas en el puesto de Ramón.
A Don Quintino Yantén del pago de Chos Malal, tanto tuvo que penar en esas tierras saladas, fue a caballo a La Humada con su mujer a la par.
Le voy a echar un galope a un potro que no he ensillado, le voy a poner bocado hasta que se haga caballo, por 25 de Mayo a Don Pedro Maldonado.
Quiero trenzar estos versos entre bozal y cabestro, como buscando un pretexto para callar el tropel, que Ricardo Coronel siga sesteando en su puesto.
Vos sos parte de esa herida que habita en mi corazón, no hay corral para el dolor en el puesto de tu ausencia, donde se fue tu existencia mi amigo Kuky Monzón.
Tengo yerma en el yerbero tengo papel y tabaco, tengo versos para rato afinada la bordo a, tengo un par de boleadoras para bolear los guanacos.
Que no duerma mi guitarra que cante esperando el día, otra noche amanecida junto a la par de la luna, que cante por la fortuna del gran Gustavo Avecia.
Mi guitarra de tomillo tiene sus cuerdas de lonjas, y entre alpatacos retoza muy cerca de La Humada, donde se cantan tonadas por el puestero Abraham Rojas.
Con mi guitarra celeste del color de mi bandera, y con mi sangre campera que corre por todas partes, quiero nombrar con mi arte a Apolinario Barrera.
Que la guitarra del viento vaya templando el camino, y en el llanto de sus trinos llene recuerdos vacíos, y nombre a David del Río el señor de los molinos.