Los últimos puesteros: Don Segundo Mazzini
Voy galopando al oeste, por la huella más angosta, mientras salten las langostas y las calandrias afinen, recordando a Don Mazzini un puestero de la costa.
Voy galopando al oeste, por la huella más angosta, mientras salten las langostas y las calandrias afinen, recordando a Don Mazzini un puestero de la costa.
Tengo un zaino en la gatera para copar la parada, está listo en la largada y viene de Santa Rosa, es para usted David Sosa vengo a darle la cortada.
Ojalá esta plegaria llegue a los campos del cielo, para encontrar el consuelo que calme tanto dolor, por el joven Nicanor que se nos fue de este suelo.
Aquellos lindos momentos no creo que lo olvidemos, y es bueno que recordemos aquella gente olvidada, a un criollo de La Humada como fue Amadeo Lemus.
Voy a rayar con mi zaino al lado de la tranquera, para sacar puerta afuera al tiempo que ya se ha ido, y así pialar el olvido del puesto de Abraham Herrera.
Mis coplas las lleva el viento por viejas huellas de una hebra, y aunque mi voz se me quiebra cuando me adentro a mi suelo, lo encontraré al guitarrero llamado Eleodoro Puebla.
Al saludarlo a Juan Sosa y al estrecharle la mano, ya lo noté con desgano Juancito estaba dolido, porque hacia el cielo se ha ido de un golpe su tobiano.
Voy a ensillar con mis versos al que cortó las maneas, levantaré polvareda así el galope no pierdo, para arriar con mis recuerdos a un tal Ramón Balmaceda.
Yo le voy a dar la puesta y la cortada tal vez, pues no me achico esta vez porque me sobra caballo, por 25 de Mayo pagos de Pepe Valdez.
Voy a viajar con mis versos para ensillar ese tren, que me lleve hasta el andén de un viaje al galope largo, para tomarme un amargo con mi amigo Adrián Yantén.