Obtenida por especialistas del INTA Paraná -Entre Ríos-, esta variedad posee flor blanca e hilo de semilla castaño claro. Gracias a su buen comportamiento a campo y resistencia a enfermedades, es posible sembrarla en Entre Ríos, en el centro y sur de Santa Fe, parte de Córdoba y norte y centro de Buenos Aires.
En el año 2020, un equipo de investigación obtuvo INTA Paraná 6000, un cultivar que se destaca por su buen comportamiento a campo y resistencia a enfermedades.
Ignacio Vicentin -especialista en mejoramiento genético de soja de la EEA Paraná del INTA- señaló que “el trabajo en mejoramiento genético supone adelantarse a las demandas de los consumidores. Desarrollar un cultivar requiere un proceso que puede llevar entre 7 a 9 años, dependiendo las técnicas utilizadas”, puntualizó.
En este cultivar desarrollado por el INTA, se buscó mejorar la calidad del grano y aumentar el contenido de proteína.
“Luego de años de evaluación y selección a campo como de estudios de laboratorio, se logró desarrollar INTA Paraná 6000, una soja que posee flor color blanca y el hilo de su semilla es castaño claro, resistente a herbicidas como glifosato y a enfermedades como cancro del tallo (Diaporthe aspalathi), a las razas 1, 3, 4 y 17 de Phytophthora sojae que causan la podredumbre de la raíz y de la base del tallo estudiada en ensayos de invernáculo y laboratorio; y a campo, presentó resistencia a roya asiática (Phakopsora pachyrhizi) y mancha ojo de rana causada por Cercospora sojina”, indicó Vicentin.
En la zona sojera de Entre Ríos, este cultivar alcanzó, en promedio de los tres ciclos agrícolas previos al 2022/23, 40 quintales por hectárea con granos de un 40 % de proteína de base seca. Del último ciclo agrícola, aún no se cuentan con datos de rendimiento de las distintas zonas de producción, pero se estima que fueron afectados por la sequía imperante en nuestro país.