Los éxitos de la siembra directa en sistemas intensivos

El ingeniero Cristian Alvarez se refirió a la experiencia que INTA desarrolla dentro del Ceret hace unos 12 años con un ensayo en sistema intensivo para trabajar con las variables agua y suelo.

“Uno de los grandes desafíos que se marcaron desde el 2010 fue el de la salinización los suelos asociados al riego. Sabíamos que esto iba a pasar y dentro del sistema se veían manchones con menor desarrollo de cultivos y pérdida de plántulas”, explicó.

Con estas inquietudes se planteó aplicar la siembra directa en sistemas intensivos, que va en contra de la práctica tradicional que hace el productor al romper la platabanda para volver a sembrar. El cambio fue incorporar cultivos de invierno como cobertura. Para no agregar paja de afuera sino generar el mulching desde adentro, y proyectar el sistema radicular para usar el agua residual que no pueden captar todas las raíces como es el caso de la lechuga que no pasa los 25 centímetros.
Uno de los objetivos fue quitar un ciclo de lechuga al año y aportar sustentabilidad al sistema.

“Lo que observamos después de 12 años son cosas que no habíamos incluso considerado entonces y que son importantes tanto para reducir la salinidad (que se retrajo en un 70%), como para mejorar la eficiencia de uso de agua en cuanto a disminuir su utilización por metro cuadrado en un 25%, reciclar parte de la nutrición y contribuir a que nitrógeno, azufre y fósforo no pasen a la napa, y a seguir produciendo sin afectar el cultivo principal que era el mayor desafío “, explicó a RD.

En un plazo menor de tiempo el productor ya puede ver mejoras en cuanto a cobertura, nutrientes, temperatura y producción. Otros beneficios son más silenciosos, asociados a procesos, como estructura de los suelos, existencia de materia orgánica y dinámica biológica.

Alvarez agregó algunos de los resultados que se pueden comprobar ahora con el ensayo como un incremento en lechuga del 5%, en acelga del 10%, en tomate y otros cultivos de fruto un 15%. Esto también vuelve más atractiva la decisión de la siembra directa, junto con los beneficios que el productor obtiene al no tener que dedicar esfuerzo operativo en el desmalezado de los cultivos.

“En G. Pico hay productores que ya lo implementaron hace un par de años y ellos mismo se van imponiendo desafíos ajustados a su sistema”, explicó. Se puede trabajar con cultivos de invierno como centeno, avena y triticale, o incluso en el verano con moha y mijo porque esto depende del momento del año en que haya un espacio libre en el invernadero. Todo pensando en que sea una práctica sencilla, económica, apropiable y aprovechable para resolver problemas del sistema.