Tecnologías al servicio de la agricultura de precisión

La idea es generar un mapa de ambiente para que después el asesor técnico, el ingeniero agrónomo o el productor pueda decidir qué hacer en función de tener un mejor conocimiento.

Soledad Mieza, docente de la Facultad de Ingeniería de la UNLPam, dentro del Departamento de Ciencias Básicas en el Área de Física y en cuanto a investigación está trabajando sobre datos geoespaciales, imágenes satelitales y otras informaciones para aplicaciones agrícolas teniendo en cuenta el tipo de producción que se hace en la zona.

“Con esta línea de trabajo empezamos, más o menos, hace 20 años. Comenzamos con aplicaciones a nivel regional como estimación de superficie sembrada con distintos cultivos usando imágenes de satélites. Desde el 2005 nos enfocamos en aplicaciones más a nivel de lote con lo que se conoce como agricultura de precisión”, explicó a RD.

Mieza señaló que vienen trabajando en la caracterización de ambientes productivos, para cada lote con imágenes de satélite, mapas de rendimiento u otra información delimitar zonas que tienen características similares sobre las que después está la decisión agronómica de sembrar cierta cantidad de semilla, aplicar dosis variables de fertilizante y hacer manejos específicos. Desde el 2005 con las imágenes, que de forma operativa desde los años ‘70 cuentan con un registro histórico, fue posible buscar hacia atrás y descubrir patrones investigando las causas. “Un ejemplo pueden ser las lomas que se suelen identificar fácilmente. Uno puede delimitar las zonas y después sugerir análisis de suelo para confirmar las distintas zonas que se observan en las imágenes”, indicó.

Con el desarrollo de otras tecnologías, a medida que estuvieron disponibles, se fueron incorporando otros datos con referencia espacial como mapas de topografía o de rendimiento, todo con el objetivo de optimizar el proceso agrícola.

“Últimamente estamos empezando a trabajar con imágenes del satélite nuevo argentino SAOCOM, que es diferente a los que toman imágenes parecidas a fotos, porque emiten una señala, una onda electromagnética y captan el rebote. De ese proceso uno puede sacar información, pero esta etapa todavía está en proceso de investigación y aún no tenemos resultados aplicables”, afirmó.

La ingeniera manifestó que después de que se toma una decisión, con base en la información lograda, también se observan los resultados y con las imágenes se hace un seguimiento de cultivo durante la campaña.

Todo este trabajo se vuelve accesible, explicó, por el acercamiento a estas tecnologías, hay imágenes que son gratuitas pero se requiere tener un poco de conocimiento para procesarla. Desde la facultad se han dado cursos de capacitación sobre estas herramientas.

“El conocimiento por la experiencia (que tienen los productores de su campo) es invaluable. Lo que nosotros hacemos es permitirles cuantificar esas zonas que ellos conocen para tener los límites geográficos exactos y poder ir hacia atrás en la interpretación porque quizás hace 30 años con otras condiciones de clima los ambientes se comportaba ron diferente. Siempre se complementa la información porque es imposible aplicar las imágenes sin el conocimiento de campo”, dijo.

Por otra parte, la actualización depende del interés del productor. A veces con una buena delimitación de ambientes se puede trabajar por varios años, pero si le interesa a medida que va cosechando puede analizar en simultáneo cómo el mapa de rendimiento se relaciona con las imágenes y la evolución del cultivo.

Las nuevas tecnologías que brindan la posibilidad de un manejo a distancia y en tiempo real ya forman parte del trabajo agrícola, pero la validación consideró Mieza todavía se debe hacer con presencia en el campo, para confirmar las variables que pueden influir. “Si se trata de una zona desconocida se debe validar en el lugar”, agregó.

Con todos estos conocimientos los investigadores suelen recibir consultas puntuales, hay contacto con el Colegio de Ingenieros Agrónomos pensando en algunas actividades conjuntas y se han hecho convenios con algunos establecimientos. “Nosotros siempre estamos abiertos a difundir este conocimiento, no podemos implementarlo a una escala grande pero si transferirlo y capacitar a quienes estén interesados”, consideró.

Por último, comentó qué hay que saber cuáles son los beneficios de usar este tipo de tecnologías. Uno es la reducción del costo de los insumos en la siembra, logrando un rendimiento igual o superior al que se obtenía antes con dosis promedio. Otra mejora es la sustentabilidad de los sistemas al realizar una menor sobreexplotación de las diferentes zonas. Y también la disminución del uso de fitosanitarios al utilizar dosis precisas en cada ambiente.