Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), afirmó que es un hecho muy positivo la apertura para exportar a la Unión Europea que se da desde ahora.
Destacando el esfuerzo del SENASA luego de que una auditoría de la UE consideró que los controles en el país para prevenir la influenza aviar y la enfermedad de Newcastle no eran suficientes para garantizar el estatus. Aún cuando, aclaró, Argentina está libre de estas enfermedades que son de denuncia obligatoria y se suelen usar vacunas para controlar y erradicar.
Así, indicó, se cumplió al 31 de mayo con los requisitos de Europa para poder vender a los países de la unión.
Domenech dijo que son parte de la Comisión Nacional de Sanidad Avícola, y desde allí CEPA con SENASA, INTA y el ministerio vienen trabajando sobre los problemas que se presentan en el sector. “No es fácil crecer de 800 mil toneladas por año a casi dos millones cuatrocientas mil toneladas si no se cuenta con este respaldo, porque es fundamental para ordenar el crecimiento y la sanidad”, señaló.
El entrevistado manifestó que la buena imagen de los organismos de contralor es vital para poder lograr las gestiones en tiempo y forma para acceder a mercados. La realidad del país muestra que la carne aviar representa 48 kilos por persona al año, consumo similar a la bovina. Y para la exportación el camino era positivo, pero en los últimos cuatro años se vio un estancamiento cercano a 270 mil toneladas anuales, lo que deja a la producción entre el 8 y 11% cuando se esperaba llegar a un 23%.
“Se exporta mucho pollo chiquito entero, de 900 a 1.200 gramos, para los principales mercados que quedan que son los países del Medio Oriente para los Emiratos Árabes y Arabia Saudita, con la matanza bajo rito halal. Después se vende el troceado con ala y garras para China, patamuslo y carcaza se mandan a Sudáfrica, gallinas para China y Angola, suprema y pollo entero para Chile, cuarto trasero para Rusia, y hay unos 65 mercados operando con una buena distribución. También se exportan los recuperos de harina de pluma y sangre con el 70% de esa producción en destino a Vietnam. Lo que queda de vísceras, grasa y otros residuos se destina a biocombustibles y para la industria del alimento para mascotas”, explicó.
Fuente: Antonio Ocerin