Que el parche de los recuerdos calibre con la memoria, y alineé su trayectoria inyectando el balanceo, para que suba Irineo viajando en su propia historia.
Aquel que se crió tan pobre lejano de la abundancia, aquel que no tuvo infancia más que la escuela rural, de aquel trabajo brutal de chiquito en las estancias.
En las esquilas de ovejas trabajó de cocinero, a veces por el puchero la mano de obra barata pagaban con alpargata el esfuerzo de puestero.
Versos extraídos con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vazquez, del libro Los últimos puesteros.