Los últimos puesteros: Irineo Hernández

Que el parche de los recuerdos
calibre con la memoria,
y alineé su trayectoria 
inyectando el balanceo,
para que suba Irineo
viajando en su propia historia.
Aquel que se crió tan pobre
lejano de la abundancia,
aquel que no tuvo infancia
más que la escuela rural,
de aquel trabajo brutal
de chiquito en las estancias.
En las esquilas de ovejas
trabajó de cocinero,
a veces por el puchero
la mano de obra barata
pagaban con alpargata
el esfuerzo de puestero.

Versos extraídos con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vazquez, del libro Los últimos puesteros.