Con la guitarra del viento y los colores del alba, entre el silencio y la calma que sal la luna y el cielo, suele dormirse Emeterio en los rincones del alma.
Anda lento y solitario entre el dolor y la herida, su compañera querida se ha ido una madrugada, y lo ha dejado sin nada para trotar por la vida.
Pero quedaron sus hijos para llenarlo de ganas, para campear el mañana disfrutando algún amigo, compartiendo algún chivo y vinos en damajuana.
Versos extraídos con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vazquez, del libro Los últimos puesteros.