Lo siento en el corazón, más que primo es un hermano, pues casi juntos nos criamos como el bozal y el cabestro, somos huellas de los puestos.
Por el puesto de la Víbora Panchito en el jagüelero, creció como el planicero entre arenal y tomillo, criollo como el cojinillo muy de a caballo y campero.
De joven lo vi ensillar el mancarrón del respeto, humilde, guapo y dispuesto amansador sin igual, baqueano para campear muy silencioso y honesto.
Versos extraídos con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vazquez, del libro Los últimos puesteros.