Mi pingo ya tiene sed a galopado a lo grande, desde La Pampa a los Andes entre el calor y la tormenta, me voy a tomar la vuelta por lo de Lelis Fernández.
Se crió por Agua Escondida entre aciertos y reveces, pero el tomillo que crece suele cruzarse en la huella, aunque está siempre su estrella allá por el puesto “El 13”.
Era de joven campero y nunca la daba puesta, de andar pinchando a la siesta aunque nunca anduvo solo, le decían “el Pololo” pues no se perdía fiesta.
Versos extraídos con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vazquez, del libro Los últimos puesteros.