Cristian Álvarez, ingeniero de la agencia General Pico del INTA, refirió que en la zona de transición entre climas semiárido y subhúmedo todo lo que se haga para la conservación de agua, aprovechando las lluvias y sin que esa acumulación produzca conflicto en los bajos, será bueno para el suelo. Pero la siembra de trigo necesitará también cuidar la nutrición.
El ingeniero destacó que los suelos que tienen capacidad de captura deben ser analizados también con la variable de salida de humedad, y estas características se hacen más notorias al comparar lotes con rotación y aporte de nutrientes frente a otros que no tienen esos cuidados. Este año la manifestación más importante de problemas de suelo en la zona fue el manchoneo, con cambios en color y altura de las plantas por compactación o incluso con la presencia en superficie de sales para aquellos lugares que han estado inundados.
Con respecto a la campaña de trigo, destacó que la superficie se espera que crezca para este cultivo alentado por los precios y las precipitaciones acumuladas durante los últimos meses. “Los perfiles se han recargado, pero eso no significa que el productor deba dejar de controlar si está completo, porque ante un problema de capacidad de captura en el suelo sólo se refleja un porcentaje de lo que ha registrado el pluviómetro”, explicó.
Para apostar a los granos se debe contar con un perfil lleno, o si no es así inclinarse a otras alternativas, y desde allí se ve cuál es la mejor estrategia de producción según los niveles de nitrógeno, fósforo y azufre que se detectan por medio de un análisis. Observando, además, la existencia de materia orgánica y otros atributos del suelo. Todo esto se vuelve muy importante al saber que “todos estos nutrientes en la mayoría de nuestra zona están por debajo del umbral de respuesta”, como señaló Álvarez.
“Si uno pensará hoy en el cultivo de trigo debe considerar la secuencia de ver cuánta agua hay, cómo está la napa y hacer un análisis de suelo para confirmar niveles de nutrientes. Observar la relación insumo y productos pero considerando no sólo en reponer los nutrientes que están faltando sino además acerca de la respuesta masiva que las gramíneas en general tienen al nitrógeno. Se debe pensar en el sistema y no sólo en el cultivo, incluso en los campos con arrendamientos cortos, para tener una estrategia del uso de nutrientes. Con el chequeo de diagnóstico para tomar buenas decisiones para más kilos de grano y para calidad porque en la región se ve durante la mayoría de los años una deficiencia en cuanto a al proteína”, afirmó.