El Concurso de Mieles Pampeanas, primer certamen que se organiza en la provincia, incluye para los participantes el análisis palinológico de sus muestras logrando así un informe sobre el origen botánico de esas mieles.
La bióloga Angelica Tamame, de la Facultad de Agronomía de la UNLPam, dijo: “Estamos en la organización del concurso de mieles en la que también participan INTA, INTI, el Ministerio de la Producción y la CoSeDo que es la Cooperativa de Doblas. En mi caso voy a realizar además el origen botánico de las mieles”.
En referencia al trabajo de laboratorio, explicó que consta del análisis a nivel microscópico donde se observa el polen de la miel, con el cual la abeja se impregna de forma accidental cuando va a las flores. Ese polen es un “reflejo de las visitas que realizó la abeja en el campo”. Conocer el origen botánico, indicó, sirve para saber qué especies de plantas utiliza la abeja y de esa forma determinar también la ubicación geográfica de la miel. “En algunos lugares se le da un valor agregado a la miel cuando tiene identificación de origen o diferenciación regional”, dijo Tamame.
Tamame dijo que los análisis para el concurso pampeano de mieles se preparan para cerca de 40 muestras. Se hace un procesamiento químico, luego se realiza un preparado microscópico para identificar las especies y con un conteo para obtener los porcentajes de cada especie y obtener el origen botánico de la miel.
Si bien la abeja es bastante generalista en su recolección de néctar, es decir usa muchas especies, hay algunas flores que le son más atractivas y además tienen un comportamiento constante por ello cuando encuentran una fuente de alimento (como una floración masiva) suelen recurrir a ella. Es de esta manera que se pueden llegar a producir las llamadas mieles monoflorales, que son las que tienen más de, 45% del polen de una especie de flor y eso le da características químicas, físicas y sensoriales particulares como se puede apreciar en La Pampa con las mieles de caldén o con la miel de limón en Tucumán.
En nuestra provincia, consideró, las mieles pueden darse con especies dominantes como caldén, piquillín, tamarisco, abrepuño, girasol, meliloto o vicia, aprovechando árboles, arbustos y hierbas. La bióloga manifestó que la abeja no se restringe a la flora autóctona porque hay que tener en cuenta que la abeja melífera es de origen europeo y muchas de las especies agrícolas que se siembran son exóticas.
“No es que una miel sea mejor o peor por las flores que usó la abeja, pero sí puede afectar a la colmena que la abeja trabaje en una zona de monocultivo donde pueden usarse agroquímicos o también por las restricciones que ello trae a su dieta”, señaló.