Ojalá esta plegaria llegue a los campos del cielo, para encontrar el consuelo que calme tanto dolor, por el joven Nicanor que se nos fue de este suelo.
En el puesto Loma Chata, allí se encendió su vida, se crió con mucha alegría jugando con sus hermanos, caminando de la mano junto a su madre querida.
Del puesto Los Tres Cachorros algún recuerdo llevó, era un devoto de Dios de aquel templo tan lejano, donde el amor cristiano por siempre lo bautizó.
Versos extraídos con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vazquez, del libro Los últimos puesteros.