Los últimos puesteros: “El pañuelito”

Al saludarlo a Juan Sosa
y al estrecharle la mano,
ya lo noté con desgano
Juancito estaba dolido,
porque hacia el cielo se ha ido
de un golpe su tobiano.
El mismo que de potrillo
retozaba en el corral,
aquel que pudo amansar
que a las ocho galopeadas,
un choque ya le cargaba
tan solo para empezar.
Bien grueso el tobiano negro
tan bueno como detallo,
capaz de tirar de un carro
o alguna rastra de leña,
y al que a los chicos les enseña
lo dócil que es un caballo.

Versos extraídos con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vazquez, del libro Los últimos puesteros.