Voy a decir unas coplas que no las puedo callar, porque le quiero cantar para llenarlo de halagos, al más criollo de mi pago, a Don Desiderio Pral.
Por El Paso La Maroma supo colgar los estribos, entre corderos y chivos unos cuantos yeguarizos, vivió la vida que él quiso allá en el puesto Don Guido.
Ya llegó a noventa y cinco vive por Santa Isabel, pinta su historia un pincel y entre cabestro y bozal, duerme el puestito de Pral en los brazos del Atuel.
Versos extraídos con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vazquez, del libro “Los últimos puesteros”.