En el zaino de la ausencia volvía aquel día al Puesto, entre bozal y el cabestro que me traían de lejos, aunque ya no estaba el viejo quería volver al Puesto.
Ya divisaba el molino corría un viento sereno, le hacía soñar el freno al zaino de la impaciencia, entonces por mi querencia caían rayos y truenos.
Apenas lo até al palenque y le aflojé los corriones entre abrojos y coirones en dirección a la aguada al encontrarme con nada corrieron los lagrimones.
Versos extraídos del libro “Los Últimos Puesteros” con permiso del autor Ariel “Alpataco” Vazquez.