Se fueron yendo de a poco del corral de la existencia, ”guacha” quedó mi querencia y las familias que había, dejaron casas vacías en el rincón de la ausencia.
Aquellos corrales rotos donde se encierra la nada, nostalgias de una manada que pastaba en el potrero, la ausencia de los puesteros dejó esa tierra callada.
Colgando del horizonte solitarios los molinos, tristes mirando el camino como buscando un espejo, para poder ver más lejos y así olvidar su destino.
Versos extraídos del libro: Los últimos puesteros, con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vázquez.