“He tenido buenos pingos, me contó Carlos Roldán, tuve un zaino, un alazán, pero el que más me ha gustado, aquel overo rosado que nunca voy a olvidar.
Más cuando era redomón no lo podía enfrenar, porque en eso de tirar no es para un improvisado, se lo dejé a mi cuñado Andresito Villagrán. Era muy lindo caballo me fue contando de a poco que lo llamaba “El Pochoclo”, que una vez por un laburo 100 kilómetros lo anduvo al galope con su choco. Parece que lo veo relinchando en el corral, era tan bueno de andar y tan mansito de abajo, para hacer cualquier trabajo muy dócil para enlazar. Al paso de Los Algarrobos de un galope me llevaba, cuantos moros correteaba entre playas y vizcacheras, y cuantas vacas mañeras a empujones encerraba”.
Párrafos extraídos con permiso del autor del libro de versos “Los últimos puesteros” de Ariel “Alpataco” Vázquez.