«En este momento el INTA está siendo amenazado por algunos cambios que pueden llegar a transformar el futuro de la institución«, dijo el jefe de la AER General Pico, Andrés Corró Molas.
El INTA fue creado en una época en la que el campo tenía algunos problemas de competitividad con respecto a países de condiciones similares, señaló, y después de casi 70 años el agro muestra otro desarrollo que le permite sostenerse aún con normativas complicadas como son las retenciones.
«La función de origen del INTA muestra que fue una inversión y no un gasto. Porque se generó el cambio que se buscaba con un instituto que pudo responder a la necesidad«, agregó. Ese comienzo no fue meramente estatal, destacó, porque se juntaron tres áreas: Gobierno, sector privado y los profesionales de ciencia y técnica. Corró Molas destacó que gracias a esa tríada el instituto se ha podido adaptar a diferentes desafíos como fue la siembra directa. «Hace 40 años no existía esa forma de producción pero INTA ya trabajaba en la directa. Hay trabajos previos, con experiencias inclusive en La Pampa, del uso de siembra directa«, indicó.

En un repaso a nivel local de cuáles fueron hitos importantes para la zona el entrevistado mencionó la introducción del pasto llorón, con el ingeniero Covas, que cambio la productividad del oeste y la región destinada a la cría. De esa manera se pudo trabajar en los medanales que eran improductivos para lograr suelos aptos para la agricultura transformando los ambientes.
«Ese trabajo que hace el INTA no lo realiza ningún otro organismo. El rol ambiental y la tecnología de procesos son atendidos aunque no tienen un rédito económico y en eso es un accionar necesario«, dijo a este portal.
En el año 1992 se hizo el primer módulo de siembra directa, cuando casi no se hacía soja. Eran módulos para generar información sobre cómo está el suelo y uno se encuentra en la zona de Dorila, manifestó. Una investigación que sirve para formar estudiantes, que ha provisto información para publicaciones y mucho más.
El ingeniero agregó el descubrimiento del Mal de Río Cuarto, una enfermedad que está sólo en Argentina y de la cual no se conocía nada. «Hoy sabemos qué virus lo produce, qué insecto lo transmite, cómo es su ciclo de vida, tenemos pronósticos para predecir qué va a pasar en el año, logramos genética resistente, podemos tratar con curasemillas para que el vector no cause problemas, y todo eso es desarrollo del INTA«, indicó.
Otro caso es el del virus de enanismo en alfalfa, porque produce una pérdida del 30% de la materia seca en toda la región. Fue detectado por especialistas de Córdoba en General Pico, y luego lo ubicaron en el resto del país, por lo cual ahora se está investigando y buscando una solución.
La salinidad, agregó, porque en la región más productiva de La Pampa se pierde de un 10 a un 15% de superficie por el ascenso de napas y salinidad. Una situación que no se detecta en las estadísticas porque la productividad de los cultivos compensa, pero la realidad que es disminuye la superficie y la mirada necesaria para comprender lo que ocurre se da porque INTA está en contacto con los productores y recorre los campos. «Ahora estamos viendo cómo manejar la región, a nivel de cuenca y no de productor porque hay que resolverlo«, manifestó.
Acerca de los gases de efecto invernadero, con las restricciones que se imponen desde los mercados europeos y el argumento de que la ganadería produce metano, un especialista del INTA acerca de los sistemas pastoriles explicó que se debe considerar la fijación de carbono que hay en el sistema ganadero argentino. En este tema los técnicos de INTA en La Pampa pudieron aportar datos de importancia.
En horticultura, hace más de 20 años que se llevo adelante un convenio INTA- Ceret que resultó en el apoyo a las hectáreas de cultivo bajo cubierta, sistemas de riego por goteo, estructuras pensadas para la dinámica de los vientos pampeanos, elección de cultivos y variedades adaptadas, y mucho más.
Corró Molas refirió también que desde su inicio como jefe de la agencia, en el año 2017, hasta ahora la cantidad de personas en la agencia disminuyó de 12 a 8, con menos profesionales y personal de apoyo. «Eso significa una baja del 40% en siete años. No estamos en una situación de exceso de gente sino con menor capacidad operativa para atender todas las demandas. Tendremos que aprender a ajustar algunas cosas para ser más eficientes, como cualquier empresa o sistema en funcionamiento, pero cambiar la gobernanza que decide la prioridad en INTA y eliminar a los últimos que ingresaron (que son quienes nos van a dar la renovación) no parece ser el camino para apoyar con ciencia y técnica al sector productivo ante los desafíos que se vienen«, consideró.
«Estamos pidiendo que escuchen las voces de quienes nos están defendiendo, como las instituciones, productores, profesionales y empresas, y nos permitan reconvertirnos, mejorar y atender los problemas que se avecinan«, concluyó.