«Tras ser el principal comprador mundial de los principales cereales en el ciclo 2023/24 – en lo que refiere a maíz, trigo, cebada y sorgo – en la actual campaña importará cerca de la mitad en volumen y las proyecciones muestran más reducciones», informó la BCR.
Con el análisis de Blas Rozadilla y Patricia Bergero, la bolsa rosarina explicó: El impacto que ha tenido el papel de China en el mercado internacional de cereales es imposible de pasar desapercibido. Desde finales de la primera década de este siglo y a partir de su enorme población, el fuerte crecimiento de su economía y sus limitaciones para autoabastecerse de productos agrícolas, el gigante asiático ha revolucionado los mercados de commodities con un fuerte crecimiento de sus importaciones.
Según los datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), en la campaña 2023/24, China fue el mayor importador de trigo (incluyendo harina), maíz, sorgo y cebada, con un agregado de más de 61 millones de toneladas (Mt). Un aumento de más del 1.600% desde la 2010/11. Además, como siempre, fue el máximo importador de soja por un amplio margen; desde hace varias campañas China acapara el 60% del volumen total del comercio mundial de la oleaginosa.
Si bien a partir del 2010 las importaciones de cereales comenzaron a acelerarse, a lo largo de esa década los volúmenes de maíz y trigo fueron modestos en comparación con los observado en los últimos años. En promedio, China adquiría 4 Mt de cada uno de estos cereales en cada campaña, lo que representaba entre 2 y 3% del total del comercio internacional. Una cifra insignificante cuando se contrasta con los niveles de consumo en el país oriental.
Al mismo tiempo, China también estaba acumulando grandes reservas de granos, como política para garantizar la seguridad alimentaria, aumentando rápidamente la participación de sus suministros sobre los stocks totales globales. Una tendencia que se profundizó a partir del 2020, cuando aumentaron bruscamente sus importaciones de cereales.
En la campaña 2020/21, las compras de trigo en el mercado internacional se duplicaron respecto a la campaña previa, mientras que las de maíz casi que se cuadruplicaron. Estos niveles se mantuvieron por cuatro campañas, con importaciones anuales promedio de 12 Mt de trigo y de 23 Mt de maíz. Con esto, en el caso del maíz, el gigante asiático pasó de acaparar 30% de las existencias de granos en la segunda mitad de los 2000 a cerca de un 70% en lo que va de esta década. En el trigo, el aumento fue del 27 al 50%. En la actualidad, más de la mitad de las reservas mundiales de los principales cereales está en China.
Sin embargo, las proyecciones para el corto y mediano plazo ya avizoran que el papel del gran país oriental en el comercio mundial de cereales ya no será el mismo.
En su reporte de Estimaciones de Oferta y Demanda Agrícola Mundial (WASDE, por sus siglas en inglés) de febrero, el USDA hizo un importante recorte en las importaciones chinas de maíz y trigo para la campaña 2024/25, que ya se estimaban muy por debajo de los niveles vistos en los años recientes. El número de importaciones de maíz pasó de 13 a 10 Mt, mientras que las de trigo se recortaron de 10,5 a 8 Mt. Estos volúmenes supondrían un descenso del 57% y el 32% respecto a los respectivos promedios de las cuatro campañas anteriores.
En medio de un proceso de envejecimiento y contracción de la población que se conjuga con un enfriamiento de la economía, las perspectivas para el futuro no son alentadoras. El menor crecimiento económico en China y las dificultades en el mercado inmobiliario han golpeado la confianza de los consumidores, llevando a las familias a recortar el consumo de carne, lo que reduce la demanda de granos para alimentación animal.
A su vez, se profundiza la orientación de las políticas chinas hacia la autosuficiencia en cereales y otros productos agrícolas importantes. Esto se refleja en la ley de seguridad alimentaria que comenzó a regir desde el año pasado. Entre las diversas medidas se incluyen la prevención de la pérdida de tierras de cultivo, la mejora de los campos, los paquetes de subsidios que incluyen un pago para todos los productores de cereales, pagos directos para los productores de algodón, soja, maíz y arroz, y precios mínimos para el trigo y el arroz. A su vez, desde el gobierno chino han dado prioridad a la mejora en la investigación y el desarrollo de la industria de semillas para aumentar el rendimiento de los cultivos. Todo esto se suma a las grandes reservas de granos que el país mantiene como política de seguridad alimentaria.
Con este marco, todo indica que el papel de China en el mercado internacional ya no será el mismo que en la primera parte de la década actual y los productores y comerciales del mundo deberán adecuarse a una nueva realidad, más parecida a la de la década pasada.
Fuente: BCR