Las expectativas del agro poselecciones

Luego de las elecciones el reciente informe de los consultores para empresas y negocios del agro, Zorraquín – Meneses expuso la realidad del campo con menos granos para la cosecha fina y aún con las consecuencias de la campaña anterior. Mientras que en ganadería las expectativas a futura son mejores que las del corto plazo.

NEGOCIO AGRÍCOLA

El mercado de granos local no sólo está divorciado de internacional, sino que además estuvo paralizado. La combinación de baja producción de la campaña 22/23 y la duda sobre quién ganaba el balotaje generaron este efecto. No hay granos y el que todavía tiene algo se aferra a ellos hasta saber qué va a pasar.

Esto está afectando seriamente, entre otros sectores, al complejo sojero que se estima posee un 73% de su capacidad ociosa, cifra nada menor, y también al sector de los alimentos para animales. 

En cuanto a la cosecha de trigo, lleva un 27% de avance, y las estimaciones al momento indican una cosecha cercana a los 14,7 millones de toneladas, 2,5 millones más que el año pasado pero casi dos millones menos que la expectativa al inicio de campaña. No hay mucho por hacer, esperar parece ser la consigna.

NEGOCIO GANADERO

Complicado momento para tomar decisiones de largo plazo para la ganadería. Se suman varios factores.

Por un lado la expectativa de una devaluación del dólar oficial, lo que habitualmente genera una pérdida en el valor y los precios reales de la hacienda, con el agregado de un fuerte aumento esperado de costos de producción (suplementos, combustibles, insumos, arrendamientos). O sea que en el corto plazo la expectativa tiende a ser mala. A su vez, si estas correcciones de la macroeconomía funcionan, tenderá a recuperarse a mediano plazo la capacidad de compra del consumidor argentino, pero además si hay un único tipo de cambio y un cierre de la brecha cambiaria, se pondrá más competitiva la exportación de carnes. O sea que a mediano plazo las expectativas mejoran.

Esto se da en un marco donde durante el 2023 ha caído levemente el stock vacuno (en parte por la sequía) y además cayó la oferta de novillos y vacas al mercado, aumentando la oferta de animales más livianos (vaquillonas y novillitos). O sea, menos oferta actual y menos oferta esperada a partir de febrero. Y esto tanto en animales gordos como en terneros de invernada. Entonces es de esperar que ante una oferta algo menor y una demanda algo mayor los precios tengan una fuerte recomposición en términos reales. ¿Esto es pronóstico? De ninguna manera, es sólo una tendencia esperada. Hacer pronósticos en este escenario es fácil, lo difícil es que se cumplan. El precio del novillo actual está en el orden de los 1000 $/kilo y sostenido, mientras que el precio del ternero se mueve entre los 1200 y 1400 $/kilo, en una época donde no abunda la oferta de invernada. Obviamente con esa relación de compra/venta arriba de 1,30 y un maíz que copiará la devaluación, el negocio del feed lot es más que vidrioso hoy en día. Los corrales todavía están bastante llenos y empiezan a vaciarse en diciembre/enero. Ahí empieza otro partido. La cría presenta precio de vientres preñados que van de los $300.000 a los $550.000, con una demanda moderada por parte de los compradores. Si se da el escenario descrito, en el 2024 deberíamos ver que el valor de los vientres se mantenga competitivo. Para un negocio biológico lento como es la ganadería, las distorsiones y cambios abruptos de variables no suelen ser buena noticia. Pero en este caso, si esos cambios llevan la economía a un sendero de mayor normalidad, estas noticias pueden ser alentadoras.