Un microinforme CREA analiza la competitividad vía precio a partir del planteo: Cómo están los productos argentinos en el exterior?
Se basa en un estudio de la competitividad vía precio (tipo de cambio real) de Argentina en los mercados de soja, maíz, trigo, carne bovina y leche entera en polvo (LEP). Para eso, se recurrió al Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM), que busca medir que tan competitivo es el tipo de cambio en Argentina, considerando el impacto que tiene el riesgo institucional local, y sus efectos a través de diferentes canales como los Derechos de Exportación (DD.EE.)1 o múltiples tipos de cambios.
El informe hace una evaluación amplia y llega a la siguiente conclusión: “Debido a la política macroeconómica y los mayores niveles de derechos de exportación vigentes desde 2020, la competitividad cambiaria de los productos argentinos es significativamente menor que en los últimos años”.
En el caso del maíz y la carne bovina, se perdieron las ganancias de competitividad obtenidas en las devaluaciones de 2018-2019, mientras que la soja se encuentra en línea con los valores promedio, muy apreciados, de 2015. De momento, los elevados precios de las commodities, que son 40% superiores, en promedio, a los vigentes en 2015 para el caso del cereal de verano y la oleaginosa, permiten “esconder” la pérdida de competitividad del tipo de cambio. De esta manera, una baja en los precios internacionales es un riesgo importante en la medida que tendría un impacto significativo en la viabilidad económica de las empresas y pondría en evidencia que los actuales niveles de tipo de cambio y derechos de exportación no son sostenibles. En ese sentido, el Dólar soja puede ser el primer síntoma de que la configuración actual de la política agropecuaria, que es procíclica y discrimina más (menos) al sector cuantos más altos (bajos) son los precios, está alcanzando sus límites.
De todas formas, el informe explica, que los ciclos recurrentes de apreciación y depreciación cambiaria sumada a la inflación generan efectos distorsivos en la macroeconomía, y determinan un contexto de inestabilidad y volatilidad en la microeconomía. En ese marco, aparecen también la brecha cambiaria, los DD.EE y las restricciones cuantitativas, que terminan de configurar un escenario con un elevado riesgo institucional que afecta a los sectores productivos.