El informe de coyuntura sobre la economía y el agro, publicado por Fundación Mediterránea con el análisis de Jorge Day, no auspicia buenos resultados para el dólar que el gobierno dispuso en beneficio de las economías regionales.
“No venía siendo un buen año para las economías regionales, cada vez menos competitivas, y una gran helada en el Oeste Argentino complicó su panorama. Ante esta adversidad, el gobierno reaccionó ofreciendo una batería de beneficios, incluyendo un “dólar regional” que regiría en los últimos cuarenta días del año”, indicó el reciente análisis.
Los costos asociados al agro y a la agroindustria han aumentado en un porcentaje mayor que los salarios. En parte por la inflación en los EEUU, también por las derivaciones de la guerra en Ucrania, como por la menor oferta de insumos luego de la pandemia. Un caso notorio ha sido el de los abonos y fertilizantes. Aunque menos que esos insumos, también han subido los salarios en dólares.
¿Qué pasó con los precios de exportación de los productos de economías regionales? Encontramos una gran dispersión, pero en ningún caso aumentaron más que los commodities pampeanos (como la soja). Algunos han experimentado mejoría de precios internacionales en comparación a cinco años atrás, caso del aceite de maní y la ciruela seca. Pero los precios son inferiores a los de cinco años atrás en la mayoría de los productos. La merma supera el 30 % para manzanas, garbanzos, limones y ajos
Comparando con el año 2019, un conjunto de actividades regionales exportó menos en los primeros tres trimestres de este año, aunque en forma muy heterogénea. Peor desempeño muestran las frutas (manzanas, peras, entre otros), hortalizas industrializadas y lanas.
A diferencia del “dólar soja”, el dólar regional no es un objetivo de política macroeconómica, sino un plan de asistencia a un sector afectado. Otro punto es su transitoriedad, beneficiando sólo a sectores que exporten en ese periodo, caso de las cerezas, pero no así de manzanas, peras y limones.
A nivel local, la inflación continúa siendo un problema, y se insiste en utilizar el dólar oficial como herramienta para controlarla. Eso implica el riesgo de un “dólar alimentos” que continúe rezagándose con respecto a la inflación, y más a medida que se acerquen las elecciones. En ese caso, el costo argentino seguiría incrementándose. A eso se suma la intensificación de las restricciones a importar insumos y partes. Desde ambas vertientes se verifican impactos negativos sobre las economías regionales.