En el desierto de Gobi en Mongolia, la producción de leche de camello es una actividad tradicional que algunas familias vienen realizando por décadas y que ahora debe actualizarse para resistir.
Las manadas de camellos bactrianos, según dio a conocer un reciente testimonio de la FAO, se destacan por la resiliencia y docilidad de esos animales, que soportan las duras condiciones del ambiente y no requieren demasiados cuidados.
Además de la leche, para las familias productoras los camellos proveen de lana y son la hacienda elegida en medio de un terreno árido y con tormentas de arena con calor extremo en verano y temperaturas bajo cero en el invierno.
Las condiciones climáticas, indicó la FAO, se han vuelto extremas y muchos de los habitantes se han visto impulsados a llevar sus manadas de camellos a migrar a distritos vecinos por agua y pasto afectando la nutrición de los camellos y su producción de leche. Lo que atenta con las costumbres de este tipo de ganado que no disfruta de los cambios de ambiente e incluso afectó a algunos criadores que prefieren faenarlos y vender su carne.
Los productores que se resisten a abandonar esta lechería tradicional deben explorar enfoques nuevos para mejorar la calidad y cantidad de la leche de camella. Y en ese sentido algunos trabajan «en una explotación agrícola de productos de leche de camella, que ha sido creada recientemente con el apoyo del proyecto SDG-Aligned Budgeting to Transform Employment in Mongolia, financiado por la Unión Europea y ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con el objetivo de crear oportunidades de empleo en la árida región mediante el fortalecimiento de la cadena de valor«.
Según la FAO: «La explotación constituye por sí misma una iniciativa pionera en el país. Los ganaderos trasladan sus camellos a la granja y trabajan en ella durante un año. Hacen uso de las instalaciones ganaderas ya existentes y del equipo que ahorra mano de obra, como salas de ordeño fijas, máquinas de ordeñar móviles, cámaras de almacenamiento y mezcladoras de pienso. Al cabo de un año, los ganaderos cuentan con el conocimiento necesario para dirigir una explotación. A continuación, pueden continuar trabajando en la granja de productos de leche de camella o pueden establecer sus propias granjas, en las que podrían producir leche y venderla directamente a una planta de elaboración.
Tradicionalmente, las comunidades de ganaderos de Mongolia no dan alimento suplementario a sus camellos y sólo ordeñan a mano a las hembras entre septiembre y febrero. Actualmente, no obstante, con los conocimientos y recursos facilitados por el proyecto, los criadores han sido testigos del aumento de la producción de leche ocasionado por la administración de alimento suplementario.
El equipo de ordeño proporcionado por el proyecto también ha contribuido a mejorar la calidad de la producción lechera y, al mismo tiempo, a reducir el proceso de ordeño a mano, que presenta un alto coeficiente de mano de obra».
Fuente: FAO