Se estima que el valor de mercado mundial de las alternativas vegetales a la leche y los productos lácteos crecerá de 28.550 millones de dólares en 2023 a 69.840 millones de dólares en 2030, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 13,63%.
No se trata ciertamente de «alimentos nuevos», dado que estos productos están presentes en Europa desde los años 80 y están experimentando una popularidad creciente en casi todas partes.
Su continua expansión en los mercados se debe esencialmente a motivos que van desde la intolerancia a la lactosa, pasando por el miedo a la presencia de alérgenos o residuos de antibióticos, hasta atención al bienestar animal. Otro motivo que lleva a elegir productos de origen vegetal como alternativas a la leche es el miedo al impacto medioambiental de la agricultura. Luego está la expansión del veganismo, las opciones vegetarianas y las dietas flexitarianas que dirigen el consumo hacia productos de origen vegetal.
Sin embargo, quedan dos aspectos que hacen irracional la comparación de los productos lácteos con sus sustitutos: el perfil organoléptico/sensorial, que se traduce en la necesidad de una serie de aditivos y procesos, pero sobre todo, las características nutricionales.
Las bebidas vegetales, obtenidas de soja, avena, arroz, guisantes, pero también de ingredientes como el coco, la nuez, la avellana y el pistacho, generalmente tienen un contenido menor en macro y micronutrientes que la leche.
Una investigación reciente realizada en los EE. UU. sobre 223 bebidas de origen vegetal producidas por 23 empresas encontró que sólo el 12% de estos sustitutos tenían contenidos de calcio, vitamina D y proteínas similares o superiores a los de la leche; 170 de estas bebidas fueron fortificadas con calcio y vitamina D para hacerlas comparables a la leche. Estas adiciones afectaron, respectivamente, el 76% a las bebidas obtenidas a partir de avena, el 69% a las de soja y el 66% a las de almendras. Curiosamente, una reciente investigación realizada por la Universidad de Shiraz entre treinta mil iraníes para estudiar el efecto sobre el peso corporal de una dieta basada en verduras, frutas y leche, demostró que una ración diaria de leche y derivados lo reducía en un 32% el riesgo de desarrollar obesidad.
Traducido por el OCLA del newsletter de Clal.it – por Leo Bertozzi