Arrancó esta semana el Simposio FERTILIDAD 2023 para “hacer la mejor agronomía posible”. Con un amplio panel de presentaciones bajo el lema “¡Al gran suelo argentino, Salud!”.
En el Centro de Convenciones Metropolitano de Rosario, la gerente ejecutiva de Fertilizar AC, María Fernanda Gonzalez Sanjuan, afirmó que el encuentro, que reúne a más de 2.000 personas entre asistentes presenciales y los seguidores vía streaming, apunta a “formarnos para hacer la mejor agronomía posible” y resaltó que el lema se basó en el “sentimiento de arraigo” que dejó el “Mundial 2022”, que se traslada a nuestro suelo.
Seguidamente el director académico del Simposio, Fernando García, hizo la presentación general de las dos jornadas, destacando que el concepto mundial de “una salud” comienza con la sanidad del suelo y que culmina en la salud humana y del ambiente, en donde “los nutrientes juegan un rol muy significativo” para mejorar la cantidad y calidad de los alimentos. En tanto advirtió que en el caso del suelo “hemos fallado en el cuidado y tenemos que trabajar desde el punto de vista del manejo del mismo”.
García planteó “4 pilares de manejo para cuidar y proteger el suelo”: la rotación de cultivos, la siembra directa, la realización de cultivos de cobertura y la nutrición balanceada.
El primer disertante fue Patricio Grassini, de la Universidad de Nebraska, quien compartió las bases de “Hacia dónde debemos pensar la agricultura” apuntando hacia la “intensificación sustentable de los sistemas de producción”.
ACHICAR LA BRECHA DE RENDIMIENTOS
Grassini arrancó con la afirmación de que, en la actualidad la brecha de rendimientos -el resultado de cosecha versus el potencial-, “está menos limitada por el aporte de agua y más por el manejo” que realiza el productor, haciendo la salvedad de que no hablaba del reciente caso de Argentina que padeció una de las mayores sequías de su historia agrícola.
En este sentido afirmó que “hay una brecha de rendimientos muy grande para explorar a través de la intensificación de los sistemas de producción” evitando de esta forma “la expansión de cultivos a expensas de sistemas que debemos preservar”. Y enfatizó que “hay un doble desafío de producir más en las tierras ya cultivadas, pero justificando las prácticas de manejo”.
El ingeniero agrónomo graduado en la UBA enumeró como “lista de metas”: alcanzar rindes promedio de 80% respecto del potencial; mejorar en eficiencia de agua, nitrógeno y energía; reducir los GEI; la rentabilidad; incrementar la productividad; mantener el incremento de los stocks de carbono y nutrientes; el manejo integrado de plagas; y tener objetivos de biodiversidad.
Grassini alertó que “los sistemas de producción están bien por debajo de alcanzar el 80% del potencial de rindes por falta de nutrientes, manejo inadecuado, impacto de las malezas, insectos y enfermedades”, situación que alcanza específicamente a la Argentina, que es uno de los países que menos nutrientes repone tal cual figura en el Atlas Global de Brechas que elabora la Universidad de Nebraska relevando 70 países.
Expuso luego tres ejemplos de oportunidades para cerrar las brechas de rindes. Citó el caso de los maíces bajo riego por pivots que empezaron a realizar los productores de Nebraska con los cuales alcanzan producciones anuales estables de 14 toneladas, y que completan además con cambios en el manejo del cultivo, como un aumento en la densidad de plantas, aumentos en los aportes de nitrógeno y aplicación de fungicidas.
El segundo caso fue el de análisis de lotes de producción de soja en el Corn Belt (el cinturón maicero estadounidense) que permitió una mejora global en los resultados de los productores.
Y el tercer caso de oportunidad de reducción de brechas es el de Argentina, donde la diferencia entre los resultados y el potencial es del doble en el caso de los cereales y de un tercio en la soja. “En dosis promedio de fertilizantes, Argentina es la que menos aplica. El país tiene un rinde alcanzable en maíz de 11 toneladas, igual que el de Estados Unidos, pero Argentina aplica una tercera parte. Se aplica menos nitrógeno que en África”, acusó.
“El futuro es desafiante: hay que incrementar los rindes y no hay que esperar el aporte de las nuevas tecnologías, pero sí del uso del agua y del nitrógeno”, insistió.
Como mensajes finales, Grassini dejó los siguientes:
• Aumentar los rindes y reducir el impacto ambiental negativo de la agricultura actual.
• Apuntar a obtener rendimientos del 80% del potencial.
• Priorizar opciones que contribuyan a las metas de intensificación sustentable.
• Análisis de datos de los productores.
“Las opciones para cerrar la brecha no pasan por las tecnologías de insumos, sino con el conocimiento y la creatividad”, concluyó.
Fuente: Fertilizar