Mi guitarra de tomillo tiene sus cuerdas de lonjas, y entre alpatacos retoza muy cerca de La Humada, donde se cantan tonadas por el puestero Abraham Rojas.
Va trotando hacia el poniente mi viejo caballo manso, que no sabe de abalanzo sigue al galope tendido, donde Rojas ha nacido por el puesto de El Descanso.
Siempre anduvo bien montado sumando leguas a la lista, formó su rancho campero, y desde entonces es puestero del puesto La Buena Vista.
Versos extraídos con permiso del autor, Ariel “Alpataco” Vazquez, del libro “Los últimos puesteros”.